Especial para Racing Car
Cuando el visitante entraba al parqueadero del Centro Comercial Fontanar donde se había montado la exhibición de automóviles deportivos históricos y de competencia, organizada por el Club Los Tortugas para conmemorar sus 60 años de existencia, hacia su derecha encontraba un flamante Chevrolet Corvette 2015, de 650 caballos de potencia, mientras a su izquierda se podía observar un pequeño MG TC 1949, con apenas 45 caballos pero, igualmente, una pieza de gran relieve.
Así se iniciaba el recorrido de la muestra y así terminaba, después de transitar el laberinto por el cual se podían admirar más de 120 automóviles, representativos de la historia y evolución del automovilismo deportivo colombiano, así como de la entidad organizadora.
Describir en detalles todos y cada uno de los ejemplares allí exhibidos, que bien lo merecen, colmaría las páginas de esta revista. Sin embargo, estaban presentes algunos que, por su historial, merecen mención particular.
Todo tiene un principio y le correspondió a un deportivo MG modelo TC del año 1949 contagiar el entusiasmo por los autos deportivos, cuando Juan Riu se presentó a competir en la maratónica competencia por etapas entre las ciudades de Quito – Bogotá – Caracas de 1950, con un recorrido de más de 2.500 kilómetros.
Esa marca quedó registrada en el ámbito de los aficionados y en corto tiempo se constituyó en la más numerosa de la especialidad. Uno de ellos, del tipo “TD Mark II”, conducido por Bud Weltscheff, fue dueño y señor de su categoría, hasta que nuevas y más veloces versiones de la marca, lo superaron. Tal el caso del modelo “A”, que lo acompañó en la exhibición, originalmente conducido por Edgar Simmons y que desde entonces se ha mantenido activo en todo tipo de programas del motor.
Los ejemplares con motores grandes también llegaron prontamente, Aconteció en diciembre de 1952 con la llegada a Bogotá de un imponente Allard J2X con motor Cadillac V8, el cual, al año siguiente, con Tomás Steuer al volante, estableció un extraordinario promedio de velocidad en la inauguración de la Autopista Norte de la capital.
Originalmente, este automóvil estaba destinado a participar con Juan Riu, en la Carrera Panamericana de México de ese año, pero demoras en su embarque frustraron tal posibilidad.
La marca Jaguar estuvo presente con un buen número de ejemplares de varios tipos, entre ellos, tres XK-120, que con sus motores de 3.5 litros fueron protagonistas de la legendaria carrera, Doble a Sogamoso en 1952 y 1953, conducidos por Víctor Bessudo y los hermanos Daniel y Julio Rebolledo, entre otros. Su prestigio estaba sustentado por los magníficos triunfos obtenidos en Las 24 Horas de Le Mans con el modelo para competencias XK-120 “C”
En solitario, y único en el país, se exhibió un Nash Healey 1953, no propiamente diseñado para competencias, pero que también intervino en carreras por las vías aledañas al estadio El Campín, en circuito celebrado en 1955. De similar origen, estuvieron los Austin Healey, entre ellos el 100/4 que participó en circuitos de la Avenida 30 de 1955, San Diego de 1956 y 1960, conducidos por Jorge Salazar Camacho, Roberto Rodríguez Silva y Álvaro Cortés Boshell, respectivamente.
Otros destacados británicos fueron los modelos Triumph, con sus diversas variantes, empezando con el TR2 de 1954. En su época, este modelo agrupaba la más numerosa y homogénea categoría. El TR2 exhibido perteneció a Fernando Cortés Boshell, con el que ganó en múltiples circuitos urbanos en la capital. El modelo TR3 que lo acompañó, evolución del anterior y con unos caballos más de potencia, también fue protagonista en la historia, al haber pertenecido a los volantes caleños Guido Borrero y luego a Claude Regnier, con el que tuvo destacadas actuaciones en Las 500 Millas Colombianas y en el último Circuito Central Colombiano de 1967.
Los motores V8 americanos, también estuvieron en escena representados en los Chevrolet Corvette y, en especial, el Ford Thunderbird cuyo modelo 1957, conducido por Raúl Solórzano Duque, tomó parte en varios circuitos urbanos y en la más larga prueba de ruta por etapas, celebrada entre Pasto y Barranquilla en 1957, con cerca de 2.400 kilómetros de recorrido.
La marca Porsche se presentó con un variado número de asistentes, desde los modelos 356 pre A, hasta los sofisticados 911 de recientes generaciones. Entre ellos se destaca un 356 A Speedster, que perteneciera a Luis Esguerra Urrea, con una de las más destacadas hojas de vida, tanto nacional como internacional, bien con su motor original 1600 Súper y luego con el Carrera 1.500 GS. En lo local, con triunfos y/o destacada actuación en circuitos de Bogotá, Manizales, Cali, Girardot, Ibagué y la Doble a Sogamoso. En lo internacional, en el circuito Ciudad de Lima de 1959.
Otro de la misma marca, un Cupé 356 A 1500 Carrera GS, preparado y utilizado por su fabricante en la campaña de 1958, al mando de sus pilotos oficiales Huscke Von Hanstein y Richard Von Frankenberg, con los que se llevaron los laureles en todas las pruebas de su categoría en las que participaron, incluyendo Las 12 Horas de Sebring y la Targa Florio Siciliana. En Colombia, ganó en el Circuito San Diego de 1962 e Ibagué del mismo año, conducido por Fernando Cortés Boshell.
De esa misma generación, el AC Bristol 1958, que inició su carrera deportiva en Francia con Las 12 Horas de Reims y Las 3 Horas de Auvergné, para luego competir en dos ocasiones en las “Bahamas Speed Week”, todas al mando de Antonio Izquierdo Dávila, con el que también ganó en la Doble a Honda y el Circuito San Diego de 1960.
Si de carros ingleses se trata, no podía faltar el mítico Mini-Cooper, en este caso un modelo 1961, cuyo dueño original Henry Moore Uribe, lo llevó a las pistas y compitió en Las 6 Horas de Bogotá, varios premios de montaña y uno que otro rally, en su época.
En el ámbito de la Mecánica Nacional de antaño, se destacó el que fuera de Luis Rafael “El Ganso” Garzón, originalmente basado en un Chrysler Airflow 1937. Su palmarés es cuantioso a partir de 1952 y abarca unos extensos y variados triunfos en competencias, tanto de ruta, como de circuitos urbanos, a todo lo largo del territorio nacional y algunas presentaciones en el exterior.
Dentro de esa misma modalidad, estaban los pequeños, representados por un DKW 1000 1971, con atractiva carrocería diseñada por el ingeniero francés Gerard Boing y elaborada por Álvaro Vargas, así como el Volkswagen que fuera de Jorge “El Chato” Velásquez, ambos con triunfos y destacadas actuaciones en diversas pruebas del calendario nacional de los años setenta.
De esa misma era y dentro de un atractivo trío de fórmulas, estaba un reluciente y recién restaurado Lotus 51B, que debutara en el Autódromo Internacional de Bogotá y después, en manos de Edgar Sasson, se le incorporó motor Renault 12 y una carrocería tipo prototipo, de fibra de vidrio elaborada por Dieter Herber. Bajo esa configuración, ganó Las 3 Horas de Tibitó de 1976 y el circuito de la base de Apiay en Villavicencio, ese mismo año.
De la era del Autódromo de Tocancipá no podían faltar el Chevrolet Camaro 1974, ganador de Las 6 Horas de 1998, conducido por Jorge Cortés y Ricardo Cano y el prototipo Spice-Oldsmobile, ganador en cinco ocasiones de Las 6 Horas de Tocancipá y en el cual Juan Pablo Montoya estableció el record de pista que perduró 19 años. Este es, sin lugar a dudas, uno de los íconos del automovilismo deportivo nacional, que muchos años después fuera reemplazado por el West americano 1.000, en el que Oscar Tunjo lograra el mejor tiempo en la pista larga y sentido anti-horario del Autódromo de Tocancipá.
En las categorías de pequeña cilindrada estuvieron presentes en la exhibición dos muy reconocidos protagonistas: el Simca 1300 modelo 72 de Enrique De Francisco (lo preparaba su señor padre don Emilio De Francisco) y el Toyota Starlet 2 litros 1980 de los hermanos Luis Jenaro y Juan Carlos Rico, que siempre fue una institución familiar y una interesante referencia en todas las grillas donde formó.
Fue así como esa inolvidable muestra de autos presentada en el Centro Comercial Fontanar por el Club Los Tortugas, la institución que más ha hecho por el desarrollo deportivo del automovilismo nacional, permitió a un numeroso público apreciar esas bellísimas y recordadas pizas del automovilismo, que en el curso de más seis lustros trazaron el desarrollo de ese veloz deporte en el país.
Un valioso cargamento de marcas y modelos, con los cuales sus propietarios y expositores revivieron uno de los procesos más significativos en la evolución del automovilismo colombiano y que hoy hacen parte no solo de la historia de esta industria sino del patrimonio histórico del país.
* Historiador y escritor, autor del libro 60 Años Club Los Tortugas.